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El Tule, los telares y el mezcal

Por: Felipe Luna

Oaxaca - Mitla - San Juan del Río

Tanto en tan poco

Poco menos de 100 kilómetros de distancia dividen a la Ciudad de Oaxaca con San Juan del Río, tierra de mezcal. En este recorrido es probable encontrarse con gente sincera, ruinas prehispánicas, mercados multicolor y cascadas petrificadas. Esta es una ruta que, aunque corta, cuenta una historia milenaria.

I. Santa María del Tule (12 km)

Luisa y Jorge se casarán dentro de dos semanas. Hoy han venido a visitar este ahuehuete para hacerse sus últimas fotografías como solteros. El Tule ha ocupado este sitio durante miles de años y es el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo. Se dice que se necesitan por lo menos treinta personas con las manos entrelazadas para abarcar su circunferencia. Los novios caminan alrededor y sueñan con una familia tan numerosa que reunida pudiera llenar la enorme sombra que produce el árbol.

II. Teotitlán Del Valle (28 km)

Juana y Antonio viven y trabajan en calle del Porvenir. Al igual que sus padres y abuelos, desde niños trabajan en los telares. Los textiles que producen de manera artesanal son de lana pura y tintes naturales. En el patio de su casa cultivan los nopales de donde se extrae la grana cochinilla (rojo carmesí), conservan cáscaras de granada (amarillo), cáscaras de nuez (café) y plantas de añil (azul). Después de comer, Antonio me comparte un sorbo de mezcal de nanche mientras Juana me muestra  “El Favorito”, un tapete que considera especial por los sueños y visiones que tuvo durante los días que se dedicó a teñir sus hilos.

III. Tlacolula de Matamoros (31 km)

Desde que nos conocemos, Nadia y yo dedicamos nuestros domingos a pasear por el mercado de Tlacolula. Comemos barbacoa, bebemos pulque y nos dejamos llevar por el ritmo vertiginoso de sus calles y el desfile de personajes que no cesa hasta que la lluvia o el atardecer le dan cierre a la jornada. Vestidos de manera tradicional, los indígenas descienden de la Mixteca y los pueblos de los Valles Centrales para vender e intercambiar todo tipo de productos. Cuando vivamos lejos de este lugar, seguiremos sirviendo nuestras comidas preparadas en casa en la vajilla de barro que conseguimos aquí.

IV. Mitla (40 km)

Bob visitó las ruinas zapotecas en 1968 cuando vino a ver los juegos olímpicos en México. Entonces viajó con sus padres y su hermana mayor. Hoy tiene 71 años y viaja solo. En Mitla, el intenso color rojo que adorna las fachadas de los palacios se ha conservado durante siglos. El americano septuagenario ha dedicado el día entero a rondar este lugar de muertos recordando a los suyos. Esta será la última vez que visite Mitla.

V. Santiago Matatlán (46 km)

Cuando Rubén era joven y se embriagaba con mezcal, jamás imagino que años después iba a poder construir una casa, comprar una Ford Lobo y pagarle una buena escuela a sus hijos con el dinero que obtendría de su palenque. Las normas nacionales que certifican la producción del mezcal determinan que este debe comercializarse con 45 a 48 grados de alcohol como mínimo, aunque se producen mezcales de hasta 60 grados de alcohol para el consumo local. Rubén bebe el de 45 grados cuando tiene sed y el de 60 grados cuando quiere emborracharse.

VI. Hierve el Agua (67 km)

Frederick y Lisa están enamorados. Él es suizo, ella australiana. Sus caminos se cruzaron hace una semana en la ciudad de Oaxaca y hoy han viajado a las cascadas petrificadas de Hierve el Agua para compartir su último día juntos. Los habitantes de la región no hablan el zapoteco porque nadie es originario de aquí. Los ancestros de los pobladores llegaron hace un siglo huyendo de la Revolución. En aquel entonces, el agua del manantial servía solo para saciar la sed del ganado local y los caballos con los que emprendían el tortuoso camino al mercado de Mitla. Hace poco más de 30 años vino por vez primera una pareja de extranjeros en busca de aventura y descubrieron el potencial turístico del sitio. Desde entonces, la comunidad de San Isidro Roaguía mantiene una disputa con sus vecinos de San Lorenzo Albarradas por el derecho a cobrar la entrada a la atracción. Por lo mismo, existen dos caminos para llegar hasta aquí. Frederick se irá por uno y Lisa bajará por el otro.

VII. San Juan del Río (98 km)

Arnulfo de los Ángeles es uno de los mil habitantes que se esconden entre las montañas que rodean la localidad de San Juan del Río. Él es maestro mezcalero y dice tener el trabajo más bonito del mundo. “El talento de los productores artesanales es un espíritu encantador, paciente y mágico cuya nobleza nos regala para nuestro placer un producto que nos hechiza cargado de tradición y sabiduría… salud.” Arnulfo lleva más de sesenta años preservando la producción artesanal del mezcal y espera seguir haciendo lo mismo durante cien años más.

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